Humo
HUMO. Jorge Muñoz Gallardo.
Las tres parcas estaban sentadas ante un brasero de hierro. El humo crecía abriéndose en anillos blancos que luego se desvanecían en el aire. Cloto movió las brasas con una larga tenaza, el fuego se avivó. Láquesis cogió el ovillo con el hilo de la vida y le dio una hebra a Átropos que usando una tijera de plata lo cortó. En ese mismo instante el doctor Eulogio Monares, que se disponía a salir rumbo a la clínica donde trabajaba, se desplomó en el suelo víctima de un fulminante ataque cardíaco. El fuego continuaba crepitando en el brasero, el ondulante humo envolvía y deformaba las siluetas de las tres viejas, ninguna volvió a hablar.
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